¿Quién mató a Gaete?
Un sábado casi casi como cualquier otro. Se venía una noche de carrete como cualquier otro. Decidimos ir a pata, pues los dos queríamos tomar y desde un tiempo a esta parte, por distintas circunstancias, me niego a manejar con copete o a ir de pasajera de alguien que haya tomado. La ida siempre es fácil, como es temprano una micro basta. La vuelta complica un poco más, depende del lugar en que estés qué tan rápido encuentras un taxi. Esta vez no fue complicado, llamamos a un colectivo y estamos. A eso de las 4:45 nos subimos al auto. 9 minutos demoramos desde Walker Martínez hasta Chile España con Irarrázabal. 9 minutos, weon. Algo alcanzamos a comentar arriba del colectivo respecto a la velocidad, en fin, nos bajamos y fue tema inevitable de conversación: ¿qué es más seguro, al final? ¿manejar con copete confiando en tu propio criterio, o ponerte en manos de un chofer de quién NO TIENES IDEA en qué estado se encuentra a esas horas de la noche, o cómo controlar la velocidad a la que maneja? Mi respuesta automática fue decir que prefería ponerme en manos de ese chofer desconocido, jugando a la ley de las probabilidades, pues desde ya sabía que nosotros estábamos bebidos -no borrados, aclaro- en cambio cabía una posibilidad de que ese chofer estuviera bueno y sano... Álvaro no estuvo de acuerdo, dijo confiar más en su propio criterio como para saber si está o no bien para manejar. Respeto su opinión, con un par de días de distancia vuelvo a pensar en el tema y ya no soy tan tajante en mi opinión; en este momento creo que ninguna de las dos alternativas es la óptima, de hecho pienso que están bastante equilibradas y ante eso automáticamente pienso que ya está, prefiero dejar de tomar que correr uno de los dos riesgos. Lo difícil ahora será manejarme con el sueño que me da si no tomo (ya bebiendo me da tuto temprano, sin copete ya es extremo), pero bueno, nada, es eso o andar arriesgando la vida. Increíble como suena esto último.
Comentarios
Publicar un comentario