Sobre el tiempo, la existencia y la realidad real

El tiempo ya no es tiempo, dejó de existir como tal, la existencia cambió, el mundo cambió, el universo cambió y todos los paradigmas se vinieron al suelo. Cuesta procesarlo, vivirlo y comprenderlo desde la simple existencia. Estamos muy acostumbrados al tiempo, a sentir su ritmo, su paso y la asociación de este a las acciones, a los procesos humanos, a las etapas, a los cambios. Estamos acostumbrados a medir muchas cosas mediante el tiempo y hoy ya no va más, no da, porque el tiempo dejó de existir. Inevitable es que se me venga a la cabeza mi queridísimo Goenka, quien recordó y expandió al mundo la meditación Vipassana, con el elocuente concepto anicca, o el principio de la impermanencia: todo, siempre, está en constante cambio. Lo que alguna vez fue, ya no es más, es otra cosa, cambió, mutó. Y el tiempo, como unidad de medición, ya no es más. No por nada se siente esa sensación generalizada de la rapidez con que están sucediendo las cosas, se puede percibir fácilmente en lo cotidiano, en lo "rápido" que pasa el día, en las pocas cosas que alcanzamos a hacer en la semana, en el mes. En un momento estamos celebrando la llegada del nuevo año y al siguiente ya es julio, agosto y llega la navidad y... ¿en qué momento pasó el año? Innegable.
Y hay muchos, cientos, miles de paradigmas asociados al tiempo y a los plazos. Me detengo especialmente en los procesos internos y en lo que solían demorar. Hoy, eso no va más. La comprensión, el entendimiento racional y emocional, puede darse de un segundo a otro. Basta con estar receptivo, con abrirse a recibir la información que nos tiene que llegar, con perder el miedo y junto a esto, dejar de querer tener el control, liberando las ataduras mentales. Somos el mundo y cuando lo comprendemos, podemos fundirnos en él, ser sólo uno, llenarnos de su energía amorosa y ser sólo uno. No más existencia individual, no más sufrimiento, miedo, angustia, ego, envidia, rabia.

Se nos enseñó a vivir en ilusión, a vivir en la cabeza, a vivir realidades "no reales" basadas en la ilusión del control. Se nos enseñó a temer al mañana y a "prevenir", olvidando que la realidad real no está en la mente, sino en el aquí y el ahora, en este segundo, en este instante, no en el que viene ni en el que ya fue. Vivimos atrapados en el pasado y el futuro, especialmente en el futuro, olvidando que el presente lo es todo, que la vida es AHORA. Y por si fuera poco, se nos enseñó a pensar que "vivir el momento" era un cliché, un concepto de hippies, de irresponsables, de locos. Para mí, son años de escuchar, leer y menospreciar el "aquí y ahora", no porque me pareciera irreal, absurdo o inútil, sino porque no comprendía a cabalidad su significado, desde la experiencia. Quería vivir el momento, pero no sabía cómo. Y todavía no lo sé del todo, lo proceso y lo comprendo perfectamente desde el intelecto, pero desde el cuerpo espiritual y emocional es otra cosa... estoy en eso, estoy ahí.

Hoy estoy viviendo en un lugar mágico, a la orilla del mar. Miro por la ventana y a pocos metros veo agua. El sol irradia mucha luz y un calorcito rico, perfecto para mí. La primera vez que vine a este lugar fue hace algunas semanas y llegué acá con bastante molestia física porque estaba enferma de la guata, pero a pesar de eso pude apreciar el lugar y díjeme: "aquí quiero vivir". Y aquí estoy viviendo hoy. Esta mañana tomé la bicicleta y salí a comprar fruta y algunas cosas para comer. Empecé a pedalear contenta por todo lo que estaba sintiendo, por el sol, por la temperatura, por tener un cuerpo sano y funcional, que me permite andar, por el aire marino, por el paisaje verde y lindo. Una enorme sonrisa se reflejaba en mi cara, llegó sola y aquí está, instalada y acompañándome mientras escribo. A ratos se me llenan los ojos de lágrimas de pura emoción por la simple existencia, porque estoy aquí, porque estoy ahora y se siente bien, se siente rico, se siente pleno. Y eso es todo. Esa es la realidad real, este instante.

Y sigo pensando cómo es que puedo hablar de momentos, de instantes, de días, de horas, del tiempo si ya no existe. Y la sonrisa no se borra. Y las lágrimas no caen, pero mantienen mis ojos brillantes de pura emoción, de puro agradecimiento, de puro amor que llena mi existencia, mi realidad real.

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